Disertas en seis líneas tu lepra de pasión
tu propia obra en rustica
revoloteo negro de revelaciones
arrastras tras de ti una filosofía encrespada,
giras dócilmente despejada sin nombre
sin huerto, sin limonero
bajo el peso testifical
de un trozo de papel en blanco.
Crueldad colgada alrededor de tu piel,
de tu frente de yugos , del tráfico de hurtos
¡despierta mientras duermes!
de tu alto vacío trasparente,
de tu sangre sagrada invisible,
de tu soborno arterial,
del cielo de tu memoria,
del luto de tus palabras
impresas en el cementerio
con exorbitantes letras
emanaciones de desfallecimientos.
Palabras furiosas aire irrespirable
besos heridos desde su primer aliento,
¡pobre mujercita!
Utilizó estaño
el cirujano para tu alma,
serpiente enferma que entorna tus parpados
diseminados y muertos por la pradera.
Hacen estallar las sombras
los amaneceres de aromas
en la luz de tus labios,
eres codiciada propiedad,
moneda con forma cicatrizada
cuerpo entre manos envenenadas,
pechos entre labios presa de hematomas,
sexo entre piernas descerrajadas,
viento tibio alma de ser vivo,
y sus gritos en estelas de sangre
arrastran imágenes de una ternura
antigua concepción del romanticismo
mientras todo se le apaga.
Veamos las copias de la biblioteca,
sobre todo el final de la obra
increíble necesidad que no puede calmar,
son las cartas de su vida,
malhumoradas frases de su torpeza,
de sus noches,
de su soñar,
de su mirada,
de su orgullo,
de su descontento,
rigen sin palabras su razón.
Realmente admiraba aquella mañana
que los volúmenes, las bellas ediciones,
las que se despreciaban a si mismo
se anidaban de forma sincera,
sin dudas en medio de un concierto
de un corazón que ya no sabe caminar.
Olvido que hace añicos
en desgarros su vida
amarradas sus piernas a los puertos
en áridas lunas que flotan
que crujen con chispas deslumbrantes.
Manuel Vílchez García de Garss.
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