domingo, 31 de agosto de 2014

CAJERO AUTOMÁTICO


Llegó al cajero automático empotrado en la fachada de la entidad bancaria,
introduzco la tarjeta en una ranura,
la gente me observa en silencio.

Soy el último burgués,
pongo en la máquina, los cuatro dígitos de control,
accedo a mis datos,
la multitud se agolpa respetuosamente a mis espaldas.

En la pantalla leo que no me cobrarán comisión por la operación,
el personal que me observa lanza una salva de aplausos,
procedo a operar,
consigo sacar un papel con los datos de la operación que he realizado.

He sacado dinero
es magia,
la gente me ovaciona,
los aplausos machacan mis meninges
soy el últimos burgués.

Termino y recojo con finos dedos,
mi tarjeta bancaria de una estrecha ranura,
respetuosamente, el gentío me abre un pasillo.

Henchido de orgullo
saludo a la multitud con manos monárquicas,
la gratitud empaña mis ojos
pero sé que no lo volveré a hacer más.

Estupor y temblores golpean los dígitos de mi tarjeta bancaria,
acongojado y alicaído,
solo pienso en huir del lugar de los hecho,
para recogerme en mis aposentos,
soy el último burgués.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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