Entre ella y vos un istmo de amor
que las une, siempre las une…
Cuando ya nada calma su llanto
nace tu dulce mirada y la abrazás con el alma,
y se te iluminan los ojos,
y tu voz se hace serena y sabia,
y cantás las más tiernas nanas
y en cada verso le regalás
futuros apacibles y dulces.
Y te parís no sin dolor
como madre, casa, abrigo,
como una nueva mujer.
Leandro Murciego
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