Meses en el rabillo de la guitarra,
tras el reloj de ecos,
ahí tocaba a mano endeble
mientras tú dormías
desnuda en el sofá.
La juventud con cerveza
y galletas
nos daba palabra,
te gustaba el invierno
y los besos despacio en el cuello.
Mientras yo escribía tamizando
el tic tac de la lluvia,
sembrándome
al aire frio
algún trigo de silencio,
las
veces que nos amábamos al tiempo,
sin horas,
donde todo era risa
y sol suspenso.
De ahí zumbaban las cigarras
en concierto
entre los cuerpos de musgo
de los laureles,
su eco potente pasaba
por la paja del rancho fresco.
Cuando aún no te conocía
y todo era perfecto.
Todo,
recuerdo que me mirabas a reojo
situada
al borde de la luz amarilla
del medio-día de febrero.
Nunca te gustaron mis trazos,
me decías.., tu espíritu
de pensador me parece complicado.
Pero aun así con tu voz desafinaba
tomabas la bocina,
cantabas a capela
y te movías
con ese espíritu
de democracia hermosura,
lo perfecto
eran tus pantalones
negros socados
y como alzabas las manos
sin publico aplaudiendo.
Yo te miraba
con esa fe misteriosa
que yace de la risa.
Las composiciones eran un desastre,
nunca hallamos
una ruta al roció del éxito.
Nunca sospeche que
aquella azucena de ecos
anduviera un mundo inerte
e impensado por nosotros.
El salirnos del abismo
de aquél momento,
de ahí
pasar por las vidas
con hambre
y con deseo.
Ahí nos mudamos sin equipaje
a ese mundo raro
y hermoso del amor.
Cuando existíamos
en la maestría
de un solo cuerpo,
tus rutinas de faldas
y tacones
y las mil horas maquillándote en el espejo.
Parecía que yo te entendía.
Aun cuando llorabas sin un motivo,
en aquel rancho
de pensamientos
y destinos
con duendes de plastilina.
Nuestra dicha fue así,
vivíamos hasta el amanecer
cantando un porvenir por lucero
con la guitarra ya sin cuerdas.
Todo nos parecía gracioso,
inusual,
lo que se sientes
cuando el amor impera
y vives del labio de otra vida.
Aunque dos vidas
son mejor que una,
aunque toda historia
tiene un final
y el destino con olvido nos devuelve
lo vivido.
Te fuiste cansada
y dolida para no regresar más,
nunca te gusto el campo.
Decías esto es solo para locos.
__yo te esperaba
éntrelas amapolas
y geranios
donde el trino descolgaba
sus picos mellados
de la plenitud imperial envuelta en natura.
Pero nunca regresaste.
Mi corazón a media vida
extrañándote,
huía en aquellas noches
como un vaso de llanto
que se derrama en el tiempo,
abrigándome
con lana y gamuza tu tétrico olvido.
Cuando el abandono
te entra
y tú crees
que es por descuido.
Entendí..,
que las vidas y los corazones van
a otros cuerpos.
En sí,
el amor les tiene más palabra
con puerta abierta.
No sabía.
¿Que todo se acaba caminando calle arriba?
Cuando la lluvia gris
cae desplegada
y te moja,
tu camisa,
tu cuerpo,
tú alma,
tu llanto.
Sabes que amar te devuelve
al punto de partida
y llorar a rodillas ausente,
te alivia la despedida.
Cada vida es así!, como saberlo!
Como gritar(le) a ese árbol
del sufrir
y arrancarse del pecho
su raíz doliente.
Como aullar a aquellas noches
adonde no queda
ni el silencio
y sólo estoy yo contigo.
Porque tú te has ido?.
Abrumada, aburrida despues que
la realidad pierde su fe.
Belén Aguilar Salas -Costa Rica-
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