Estalactita mía,
prisionera de mi pecho,
curiosa esclava de savia sepulcral,
prisionera del calor
de laica cueva augusta
de tantos inviernos reverentes,
obligada prisionera
a la fría nostalgia del hielo de mi sino...
Abrigados corazones atrapados
del amor o del deseo,
de la pasión descalza de ilusiones,
del olvido de las horas y del tiempo transcurrido.
No hay memoria del pasado,
de las penas y el dolor,
todo ha quedado olvidado...
Sólo tú, estalactita mía, curiosidad del tiempo,
estás aquí para enfriar las alboradas,
sacudir las auroras del amor y brindar a mi alma
sus colores, acuarelas de nubes y pinceles
del trigo del oasis de los vergeles azules.
Esta tarde no dejes que me vaya,
no dejes que mis alas se renueven,
no quiero volar distancias ni destinos.
Déjame quedarme atraído en el vapor
de tu aliento. Sentir el frío de tu pasión febril.
¡Abrázame fuerte, amor, estalactita mía, deja
que mi fiebre y mi calor abrasen la frescura
de tu nido!
Ricardo Flores Joya -El Salvador-
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