En cada nota decadente
rasga el pecho un sentimiento,
y la mente se suspende...
«¿Habré muerto?»
El corazón se deshiela
y pigmenta la gran depresión,
de profunda oscuridad
e inutilidad vital.
Sonidos decadentes, a borbotones,
algún día, cantaréis
en la corte angelical
que congeló mi corazón al morir de amor.
SENSI BUDIA JUAREZ
Publicado en la revista Saigón 22
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