(Fragmento del artículo de 1919 Guijas y Guiños (3))
La máxima cristiana de “amaos los unos a los otros” de que nadie ha hecho caso durante veinte siglos, se nos va convirtiendo en los días que corren en la única escapatoria posible que nos ofrece a los hombres para salir de los terribles atolladeros económicos en que estamos hundiéndonos más y más.
Creímos que con haber metido a Cristo en un altar y rezádole allí diariamente cuatro compungidos padrenuestros y seis avemarías, habíamos cumplido, y quedábamos en perfecta libertad de ser en nuestros tratos privados y públicos todo lo anticristianos y satánicos que nos diera la gana... y ya estamos viendo cómo en eso -al igual que en otro millón de cosas- nos equivocábamos.
Cristo, pues -a quien tratamos de sobornar con rezos y retóricas para que se callara la boca y nos dejara hacer- se ha desquitado. Su máxima dulzona de profeta chiflado de que no hicimos caso, va adquiriendo para nosotros la dureza imponente de un garrote y la inexorabilidad de una ley.
Publicado en el blog nemesiorcanales
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