La noche esta muy obscura
tranquila, serena, pura
en el campo donde estoy
alumbrada, confortada
por el cálido calor
de las llamas de la hoguera,
iluminada por el danzante resplandor
de las flamas de color.
Las miro con hipnótica fijeza
admirando esos gentiles
movimientos febriles.
En el campo donde estoy.
Muy cerca de ese danzón
de la hoguera deslumbrante
que cambia a cada instante.
Ha llegado un momento ya,
en ese momento estoy
que no me parecen llamas
que casi no siento el calor
que solo asimilo el fulgor
chispeante, crepitante
como enérgico taconeo
de parejas de danzantes,
que vestidos de amarillo,
de rojo granate,
de naranja deslumbrante,
de verde y azul centelleante,
mueven sus cuerpos etéreos
al son que les marca el fuego,
de esa leña silenciosa
que al contacto del calor
estalla cual ardiente flor
que abre su corazón
respirando, compartiendo
lo que es ese calor
como alegre bendición.
Danzas de alegres fulgores
Danzas de vivos colores,
colores que dan abrasador calor,
calor que destella en colores.
Y en mi mente hipnotizada
veo cientos, miles de danzantes
que se unen
que se alejan
que se juntan
que se quejan
que se funden...
Que ahora vuelven
Que a medida
que la leña muere
que en cenizas se convierte
poco a poco, lentamente
los danzantes,
los colores,
rojo, naranja, azulado, verde amarillo...
también mueren
poco a poco, lentamente...
CONCHA GOROSTIZA -Conil-
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