Qué sutil armonía cuando te necesito
y gesticulo idolatrándote,
y abres tu espacio rompiendo
mi apostrofa mirada
en nuestro pecho a pecho trabado,
Qué sutil reluces tus senos ante mi boca,
los usas de forma impiadosa
memorizando la semilla de mi besos
con un aliento de caligrafías y diálogos
perdidos en nuestro vicio,
Qué pergaminos codificas
cuando entre tus manos
giran mis arterias,
encadenadas a unos contornos
que testifican un siseo de dedos
que me producen destemplanza,
pero que pueden excitar al viento
y elevan enérgicamente nuestra ansiedad.
Labras rabiosa mi vigor
en los misterios del tiempo
con una extensión de tus labios,
una locura a mi gozo sin pretexto
forman tus dientes,
banquete de manjares
en una procesión a mi crucifixión.
Desgranas el resto de mi organismo
con una lengua que me vivifica
recuperando mi dolor,
mujer levantada como hidrólisis
de vapor de agua.
No esperes tanto y mueve todo aquello
que nuestra pasión siente,
responde y segrega alivio a nuestra placidez,
lo que yo acuno
tu lo despiertas por la mañana.
Manuel Vílchez García de Garss
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