No conoce
más que el rumor del agua
que se asusta en la niebla del recuerdo.
Zafarranchos
de magias que se derrumban
bajo el manto disímil
de los ojos que regatean silencios.
Vacíos
hartos de llenarse de infinitos
mientras la vida pasa
como una apisonadora estúpida
aplastando el futuro.
Pero sabe
cómo se declina el amor
en tres silencios, y cómo
una sonrisa se puede convertir
en la entrega del poniente:
por eso lleva en las manos aún
la mirada fresca del oasis.
Por eso va mestruando rosas
sin espinas ni perfumes...
Luis E. Prieto
Publicado en el blog escribidor
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