miércoles, 25 de noviembre de 2020

CUANDO EL JOLGORIO ACABE


Fusiles de mentiras disparan luces viejas

comparecen ingenuos algunos pordioseros.

Se enredan con sus sueños

engañados

exhibiendo harapos de inocencia.

La historia se repite

fuegos artificiales iluminan el cielo

el alcohol y la fiesta alivian los tormentos.


Momentáneos fulgores disipan los recuerdos

y todos son felices creyendo que los tiempos

se acunan en las ramas desafiando al crepúsculo

que tarda en esconderse.


¿Hay alguien que pregunte donde están los luceros?

¿Dónde habita lo cierto?

No es suficiente hacer un balance de credos.

Cuando el jolgorio acabe

y brille el sol de nuevo

la máscara del juego

se irá tras la memoria de los ciegos.


Y se abrirá la aurora que indique

que es mandinga el señor que promete

que el nuevo año es bueno.

Si el hombre no recicla los pensamientos brunos

seguiremos nadando en el pútrido fango

que ahoga las mañanas

con sus velos.


Es hora de subir la apuesta al firmamento

y cubrirse de aromas

y ser un hombre nuevo

que aspire a dar amor

a morder la soberbia

para morir en paz, aunque grite el lamento.


Beatriz Ojeda

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