Mueve el vuelo de tu vestido,
muévelo, esparciendo tus olores,
esparciéndolo, por el aire que te envuelve,
que te acaricia ardorosamente.
Todos tenemos un olor personal,
único y es ése el que tú regalas
al viento y viento nos regala
a todos los que pasamos junto a ti.
Sigue moviendo tu vestido
blanco que necesito que tu perfume
se enrede en mi cuerpo
y me haga perder el norte.
Solo sabré perseguir tu perfume
por las veredas que me indique el viento
hasta alcanzar los bordes del vestido
blanco que oculta tu olor a flores.
JOSÉ LUIS RUBIO
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