Viernes para mí es compañía. Es la voz que me habla cuando me siento solo, y la que me consuela si me ve deprimido. Viernes es luz en los días de oscuridad, cuando el mar y el cielo son tan negros como los pensamientos que me acometen y desesperan. Es el sonido de unos pasos familiares en un desierto sin límites. Viernes es un lugar donde reposar tras acabar exhausto por buscar sin encontrar la salida. Sin él yo hace tiempo que me habría vuelto loco, secuestrado por la desesperación de la monotonía de los días que transcurren sin pausa, y que parecen repetirse eternamente.
Por si no lo saben, yo me llamo Robinson Crusoe, y por allí llega Viernes, que trae agua y alimentos entre sus brazos negros y curtidos por el sol.
FRANCISCO JOSÉ SEGOVIA
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