Por encima del antifaz se ponen las máscaras,
idénticas a sus rostros.
Olor a polvo viejo exhalan.
De soslayo
rehúyen las miradas
y aceptan
que el mundo sea los frijoles.
Los frijoles y el polvo.
Entre los dedos de los zapatos
el polvo huye.
En cajas de cartón emigran las liebres.
Devorados por las noche
los gatos
han dejado de maullar sobre los techos.
El amor, cuando se hace, es en silencio.
Hablan de marcas en las cartas,
que los tahúres no existen
y prohibido está
el hacer trampas.
Juan Francisco González-Díaz
Del libro "Silencios, de un especial período"
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