Confieso que escribir me gusta desde siempre... En los momentos de soledad, o sea, en los baldíos del alma. Escribiendo... empequeñecí angustias, acrecenté mi tesón y me reencontré con mi Yo interior...
Escribir es como moldear la fresca arcilla y darle forma a un escrito... que emergerá de tu interior hasta el alma de quien lea nuestra obra...
Desde mi más temprana infancia, me sentí intensamente atraído por toda clase de libros y revistas. Incluso antes de aprender a leer, interpretaba cuentos, historietas, artículos... con sorprendente facilidad.
El salto de la imagen visual a la palabra escrita resultó tan natural como dichoso. A partir de entonces, la lectura se convirtió en una parte importante de mi vida, un aliento que me ayuda a sobrellevar la monotonía cotidiana, y un consuelo en los momentos difíciles.
Viajé por el mundo con Julio Verne. Conocí a los Piratas del caribe con Salgari. Admiré la sencilla perfección de las fábulas de Esopo, Da Vinci y Samaniego.
Encontré otro Mundo... y nuevas formas de percibirlo, en las finas páginas de una edición completa de las Mil y Una Noches. Entré al fascinante universo de la ciencia-ficción guiado por Isaac Azimov y Arthur C. Clarke.
Es para retribuir, siquiera en algo, lo mucho que aprendí de ese copioso caudal de grandes escritores, famosos, conocidos o anónimos, que decidí un día... escribir mis propias letras... aspirando tan sólo a no defraudar a tan magníficos maestros... y por supuesto, tampoco a mis ocasionales lectores.
Mi niñez cerca de la Naturaleza, la cercanía del monte, del río, la descripción del ambiente rural, las creencias populares y mi formación humanista... han dejado su impronta en mis escritos... y mas allá de reconocer que existen las miserias humanas... he tratado de dejar siempre abierta una puerta a la esperanza.
Me gusta decir que soy un caminante que va tras los pasos de Las Letras... y ellas, tan generosas, suelen dejarme una huella fresca donde gusto probarme el talle.
Jorge Daniel Pérez -Argentina-
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