Sensual y seductora
te entregabas a mi una noche de abril.
Eras como un sueño
en la eternidad de mis brazos,
gemías en la penumbra de la alcoba
ardiente y deseosa de ser poseída,
con tus ojos acariciabas mi cuerpo
diciendo en tu mirada ¡Soy tuya!
Mi lengua jugueteaba con tu piel
recorriendo los bordes de tus labios
que entreabiertos pedían mis besos.
Ardía mi sangre, la tuya era fuego,
tus senos traviesos pronto fueron míos
y me hice un niño pegado a tu pecho
donde me brindabas flores con su miel.
Temblabas, gritabas,...
era la pasión de sentirte hembra
la que te brindaba tan grato placer;
y yo te abrigué, te cubrí de besos,
sentí que tu carne olía a deseo
y con desespero abracé tu cuerpo
uniendo tu piel junto con la mía.
Lo hicimos, no hay dudas,
fue una noche hermosa que los dos pasamos
y en la oscuridad te entregaste a mí.
Ysidro Parra -Venezuela-
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