A este ser que un cierto día fue
podrán hundirlo en las brumas gélidas de Auschwitz y Treblinka.
Podrán fundirlo en los campos de exterminio de la argentina Patria
o sepultarlo bajo los escombros de la heroica, altiva Gaza.
Tal vez busquen ahogarlo en las aguas de las tierras de los pilagá
masacrados y casi olvidados —
Eso: podrán intentar que lo olviden, y olvidarlo.
Les place sin duda desangrarlo, desgarrarlo, desmembrarlo.
Más aún: gozan con arrojarlo en la fosa común, incinerarlo,
arrojar cal viva y madera muerta sobre los despreciados despojos —
Eso: intentarán que lo desprecien, y despreciarlo.
Podrán levantar un muro, una montaña, multiversos de silencio.
Podrán sumir el mundo todo en la parálisis, el terror y el espanto. —
Podrán eso y esto y aquello — y mucho, mucho más.
Pero jamás podrán —jamás—
hacerlo desaparecer.
Porque este ser que un cierto día fue,
tuvo un nombre y fue nombrado.
(24 marzo 2016)
(A 40 años del genocida golpe cívico-militar en la Argentina.)
ALBERTO A. ARIAS -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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