La cicatriz es un río de lava congelada en el lado derecho del rostro. Él no expresa, ella no expresa, estatuas de un silencio acaso interminable. Un silencio lleno. Con lentitud él se desnuda, despojado, desprotegido. Ella dice: “Hay más”. Y él tiembla. “Hay más cicatrices.” Él responde: “Las cicatrices son el pasado.” Y, sin excitación sexual visible o invisible, pide: “Prueba a amarme si puedo y si no puedo.” Ella comienza a desnudarse y abre la boca para hablar y no habla. Él tiembla desde un río de lava que le crece, y dos lágrimas le ruedan como si nadaran peces de piedra.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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