El alce aparece dentro de la copa con coñac. Los cuernos sobresalen. Las puntas, secas. Cuando él fue al aseo su copa quedó desprotegida. Él observa a sus vecinos que aguardan como bloques en el bar. Saca el alce por los cuernos. Es de madera oscura. Le rompe una a una las astas, las patas. Cruje la madera como único ruido. Agarra el cuerpo, y lo devuelve a la copa. De un trago desaparece el coñac. Voltea la copa y lo que resta del alce queda como en una urna. Él piensa que, cuando ella regrese, se lo contará, y se reirán juntos, enteros. Él llega a la puerta. Alza los brazos y finge que los cuernos le tropiezan. Gira, por un segundo finge disparar. El coñac, en algunas copas, tiembla.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
No hay comentarios:
Publicar un comentario