Él entra y va derecho a la cocina. Encuentra sobre la mesa el pastel que, en la mañana, antes de irse al trabajo, le ordenó a ella que le hiciera. Es su preferido, de naranja y limón, y con un amarillo dorado apetitoso. Hay un pedazo cortado, como esperándolo. Lo muerde y una textura y un sabor extraño le estallan en la boca. Cuando escupe sobre la mesa ve que es la mitad de un insecto. Tiene una fobia tal que ni siquiera puede pensarle el nombre… Vomita encima del pastel. “Insecto”, eso le había gritado a ella al despertarse. Tiene una intuición. Enloquecido corta otro trozo. Descubre dos insectos más. Entonces tiene una certeza. Y una imagen: la del rostro de ella sonriendo mientras deja atrás la casa y lo abandona en búsqueda del olor de unas naranjas y unos limones intactos.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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