Caen los párpados en la espera,
el silencio se escucha
en los pasos de los otros.
Las agujas del reloj cohabitan
con la prisa.
Escribo como el que no quiere
salir del minuto,
sé que llegará la caricia
en el espejo de una mirada,
o en el acento que no busco.
Ahora, nadie y todos duermen.
Yo te acuno en estos versos.
Consuelo Jiménez
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