Mis ojos extienden un puente
entre nuestros cuerpos.
Un río de sangre recorre las venas,
me pierdo en tus brazos como una paloma asustada
y nacen caminos y labios calientes con sabor a besos.
Yo tejo una red de caricias,
de aromas maduros.
Para retenerte, dibujo senderos,
espirales de nácar rodando en tu vientre
y te abro mi rosa temprana.
Tú vienes a mí y me acaricias,
un dulce perfume se vuelca y se siente;
me envuelve tu esencia viril como uvas profundas,
somos lirios de húmedas copas oscuras.
Mi jardín tiene vasos de espuma y con ellos te tinta.
Vamos por el mismo camino y la luna nos da su locura,
así brota el amor como un árbol florido
de copa preciosa y redonda.
MARÍA ITZA (ARGENTINA)
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