sábado, 23 de mayo de 2020

CUERPOS


Anoche te soñé, amor mío y descubrí que tengo un cuerpo, soy un cuerpo y amo tu cuerpo.
Respiro, camino, duermo y siento que soy muchos retazos de mi tiempo y de todos los tiempos.
Mi alma viajera anda en la vorágine de tres soles cargados de planetas en la inmensa geografía de tu desnudez.
Viaja ¡Oh, amor mío! Cargado de preguntas, en mares avaros de preñar y ser preñados de vidas diferentes.
Mientras mi vuelo prosigue a saltos en los espacios, me descubro en mi cuerpo y ¡Oh, hallazgo! Tengo pies para andar, boca para ingerir, masticar, besar y maldecir o bendecir lo que me toca.
Tengo ojos por donde miran todos mis órganos, los huesos y mi corazón acongojado, alegre, emocionado de tristezas y amores trepa con mi aliento tus picachos.
En tus cimas erectas descubro que tengo manos para tocar, hacer el pan, sembrar la primavera, deslizar su hedonista avaricia en otros cuerpos.
Tengo cabeza y en ella, cerebro para pensar y gobernar todas las cosas que hago o dejo de hacer.
Toda la filosofía del Universo se dibuja en tus labios.
Entre gemidos me preguntas quién soy.
Todo lo que pienses que soy, eso soy.
A veces soy racional y esclavo de mis pasiones, vicios y prejuicios cuando la lógica oscurece el amor.
Pertenezco a la especie dominante que imita a sus propios dioses y vuela prisionera en los espacios hasta el fin de las eras.
Soy el gran depredador que lo devora todo.
Soy frágil como una hoja seca cuando el otoño muere.
Soy una muerte que inventa su propia muerte.
Soy la caricia y el odio, pero sobre todo, soy el amor que se aloja en mi cuerpo para amar otros cuerpos.

ÓSCAR PERDOMO MARÍN

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