sábado, 23 de mayo de 2020

MERECIDO


La atractiva dama me miró como si yo fuera un insecto y me dijo: «Los poetas son unos engreídos. Creen que porque hablan bonito las mujeres se derriten y tienen que andar detrás de ellos».
No respondí.
Ella continuó. «También se imaginan que las mujeres son estúpidas y creen todas esas palabras vacías que nos dicen. Solo hablan y no hacen nada».
Entendí que la dama había vivido hacía poco exactamente lo que estaba describiendo, pero no hablé.
«Y tú», siguió diciendo, con rabia no disimulada, «¿No dizque eres poeta? », «¿No vives diciendo cosas bonitas pero vacías a las mujeres?».
La miré sin rencor. Y la besé.

Victor Diaz Goris

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