Cavilan mis pensamientos preguntándose ¿Qué es la paz? y aunque parezca sencillo responderme resulta que me sumerjo en una profundidad que me avasalla porque lo que he visto desde niña ha sido precisamente su ausencia.
El mundo está conformado por una esfera atroz. Giran en su elíptica ansias de poder, indiferencia y avaricia desmedida haciendo del existir un espantoso caos repleto de bárbaras incongruencias, es un despedazado cuerpo lanzado al vacío acosando al ser en el fondo de soledad que duele y denigra, no aquella que inspira reconfortando al alma tras el regocijo de la contemplación, es la otra con sus afiladas dagas alienadas.
Vale más plagar de muerte y desolación a la tierra atizando guerras con el objetivo de posesionarse de las riquezas del subsuelo que animarse a compartir lo que por derecho pertenece a la humanidad entera pero no... Resulta que las fronteras han sido creadas para aislarnos y convencernos que cada parcela es exclusiva de determinados países y es allí precisamente donde nace el horror que nos arrebata a la libertad. Unos dominan procurando mantener el desastre mientras otros sufren el espanto de su desventura.
Corresponde al ser individual arar desde su cosmos interior buscando los caminos para descubrir en sí el significado del amor que le habita, porque es imposible anhelar la paz como destino si no se ama frenéticamente envueltos entre su seda indestructible, es la única manera de vencer la frialdad que nos venden adornada con luces de neón apretada entre marquesinas de hule y corazones de asfalto.
Diría que "paz" y "amor" son sinónimos desplegando alas en un mismo universo, es que solo amando se es capaz de experimentar la solidaridad en el sentido magno partiendo de la premisa que únicamente en una entrega absoluta se conseguirá superar la ceguera que nos han impuesto y luce hasta natural a fuerza de tanto no ver los muros que nos separan. Suena contradictorio y lo es ya que enfrenta a la imperiosa necesidad de agruparnos en sociedades pero subyace ante la neblina separatista que enturbia al sentimiento enredándolo en la sumatoria de seres solitarios que cohabitan aparentemente entrelazados.
Viene un después... Necesito sentir que sí, que nacerán ojos reverdecidos de revelaciones eliminando a los velos que enceguecen, que dejará de existir el "Yo" en pro de un "Todo" universal al abrigo de la comprensión, el desprendimiento y la generosidad.
¿Cómo puede haber hermandad en un planeta que promulga tácitamente al egoísmo como estilo de vida? ¿Dónde está la raíz de este carcinoma? ¿Qué da oxígeno a su locura? Los niños... Esa inocente esponja tan ávida y curiosa rociada constantemente de las palabras que emiten los adultos observando desde sus traslucidas miradas las acciones que ejecutan ante sus pupilas de mariposa y la infancia se transmuta en una hecatombe de confusiones, alimentada por la agresividad, el racismo, la discriminación, la violencia, nutriendo de oscuridades la vulnerable instancia de la pureza. Deberíamos estar muy atentos en lo que decimos y hacemos en su presencia ¿No sería maravilloso que nos vieran entregando amor a manos llenas?
Mis pensamientos se agolpan desesperados por llamar mi atención y en medio de la decepción que me invade, mi verbo late engendrando océanos esperanzadores. Tal vez sean sueños tras una quimera pero igual me alucinan y vuelo ¿Qué sería de mí no preservara la aureola del anhelo intocable? No sería absolutamente nada.
He visto al loto
de la paz
flotar en el lago
del silencio.
Se apresura mi piel
a tocar su delicadeza.
¡Es bello!
Quizás es el Dios
de las aguas cristalinas
donde alguna ninfa
admira su grandeza.
¡Lo veo y me ve!
Nos hacemos unidad
en el canto libertario
que nos colma
de optimismo.
Izamos banderas blancas
abriendo las jaulas
que han condenado
a los pájaros efervescentes
en el oscuro claustro
de vilezas enajenadas.
¡Decimos que sí!
Que juntos lo lograremos
si avivamos
la flama
de las bocas rebeladas,
si nutrimos con su sangre
al corazón
en los senderos del alma.
El loto me ha envuelto
con el remanso
de sus sacramentos,
vamos palpitando
con los poros llenos
de ilusiones
convocando al árbol
erguido
en el paraíso
de la esperanza.
Scarlet Cabrera
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