Hoy amanece en mí tu silencio,
tu ancestral desdén
que se olvidó de mis besos.
Tu recordada piel, ya ni recuerdo...
y tu voz se perdió en el susurro del viento...
Hoy amanece en mí tu callada quietud,
tu mirar sin mirar mi tiempo...
tu percibir a través de las heladas cúspides;
tu recóndito corazón está muy lejos...
Hoy participo de tus exequias;
echo las últimas piedras sobre tu mirada seca...
Ni siquiera puedo dejarte una flor;
sé que se marchitará
en las horas que jamás podrás contenerla...
Diosma Patricia Davis -Argentina-
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