domingo, 28 de mayo de 2017

MENSAJE


Cuando quise darme cuenta,
el mensaje de la botella
ya había sido leído
por todos.

Los sollozos
salpicaban como olas
los acantilados
que eran sus ojeras.

Como un náufrago
amarrado a la mirada
redonda de una gaviota,
supe que era yo.

Era yo quién, en silencio,
agotado de tristezas,
llevaba escrito en el rostro
renglón a renglón, el mensaje.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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