Su rostro de hadas, de ilusiones fantásticas,
descubría maquillajes de diosas estelares.
Su porte y elegancia transitaban la pasarela de la vida.
Enamorados prometimos ser protagonistas,
de una obra prohibida y clandestina.
El cartel anunciaba como lugar
el viejo motel olvidado de la esquina.
El reloj corría, improvisamos libretos.
Vestimos lencerías de deseosos amantes.
Llegamos a la hora indicada al escenario.
Se abrió el telón sin ningún aplauso.
Nos deslizamos como sombras escondidas,
haciendo de sábanas bambalinas,
telones de fondo, escenografías de espejos.
Representando amantes de rítmicos movimientos,
fuimos cuerpo y alma de la misma escena.
Con fluidez mis labios recorrieron todas sus sombras,
con mi lengua improvisada, saboree todas sus formas.
Imaginamos aromas de flores y frutas maduras,
que impregnaron nuestras pieles de pasión desenfrenada.
Los ecos cómplices repetían solo suspiros y quejidos,
llenos de contracciones, llenos de éxtasis,
que se apagaban y ardían,
hasta que se durmió el último lucero.
El cantar mañanero de alcaravanes,
nos arrulló de besos y abrazos desnudos.
El telón de nuestras expresiones cayó,
sobre aquellas tablas ruidosas del amor.
El tic tac tic tac…
de un viejo reloj… me despertó.
¡Oh! Todo fue un monólogo de sueños
donde el personaje principal… simplemente fui yo.
Álvaro Álvarez Rojas (Aprendiz de Poeta) -Colombia-
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