Es aquel amor el más sentido
el que da calor al más helado,
un olor que rasga su vestido
roto de un pardillo enamorado,
mas no lloro por lo que he perdido
sino por lo que no he ganado,
una boca que deja un suspiro
y una voz que grita demasiado,
sufro por querer ser fugitivo
de una cárcel lejos de su mano,
lloro por sentir que estoy cautivo
en la soledad de un ermitaño,
dame de beber zumo de olvido
y así no recordar que soy humano,
que de tanto andar ya no hay camino
pues mi corazón ya late en vano,
dicen que fue culpa del destino
o que la razón se puso a un lado,
cuando un ángel dejó de ser divino
y que amar fue solo su pecado...
Del libro Mi pequeño gran amor de
Juan García Sánchez
Publicado en Acantilados de papel
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