En la calle, el vagabundo golpea un tambor de badana
Su áspera mano tiene bastante fuerza
Tan, ta-tan
Un cordero aguanta los golpes bajo la palma de aquella mano
tensando la piel de su cuerpo entero
Tan, ta-tan
Recuerda cómo su alma aterrada huyó mientras desgarraban la carne del hueso
Muerde firmemente los latidos de su corazón
Tan, ta-tan
Quiero detener la mano que trae el cuchillo,
quiero detener la mano que golpea el tambor
Pero sólo me detuve a mí misma
entre la multitud en la calle
conteniendo el último grito de un cordero
Jian Rufeng -China- Traducción de Yang Hong
Publicado en Periódico de poesía 98
No hay comentarios:
Publicar un comentario