Llegar uno a la vejez
es regresar al revés,
por ese largo camino,
y volver a la niñez.
Mas es triste esa niñez
mezclada con la vejez,
porque tu cuerpo y tu mente
empiezan a dar traspiés.
¡Es que vamos al revés,
mezclado con la niñez!
porque en lugar de ascender
para atrás vamos en vez.
Si se te ocurre agacharte
ya no puedes levantarte…
Alguien tiene que ayudarte
a volver a enderezarte.
El sentido del oído
también ha disminuido;
cambiando lo que nos dicen
de lo que ha sucedido.
Ya no puede uno voltear
de pronto a cualquier lugar;
pues se pierde el equilibrio…
¡y al suelo vamos a dar!
¿Y qué es lo que provocó?
Que como ya se gastó
con el uso el esqueleto,
¡muy fácil ya se rompió!
Y la mente, va empeorando,
¡te vive martirizando!
al quererte tú acordar
del cómo, adónde y cuándo.
Y así vamos decayendo
y poco a poco perdiendo
el cuerpo y la mente paz
porque se van destruyendo…
Lo malo es llegar al punto
cuando ya todo en conjunto
¡se deteriora y no sirve!
Entonces sí que el asunto,
de veras que es un problema…
¡Es un bendito dilema!
Porque ya sin una ayuda
el bote sí que no rema.
Y el que carga con el bulto,
siendo, tú, ya un adulto,
no es fácil, de verdad;
porque tienes, tú, tu culto,
y la terquedad te baña…
Y en una telaraña
se quedan allí enredadas
tus creencias y tus mañas.
¿A poco no es un problema?
Porque, cambiar ya ese esquema,
imposible es de lograr.
Ya no somos esa gema
que todos quieren cargar
y con ella así jugar;
y llevarte a ti a pasear
aunque no puedas andar…
La verdad que es preocupante
pensar, que siendo pensante,
un día llegas a ser
la inutilidad andante…
¡Es caramba la vejez
mezclada con la niñez!
Como tú lo puedes ver,
lo pone todo al revés.
Más con fuerza y valentía
hemos de esperar el día…
Si a la mitad del camino
La muerte allí no nos pía.
Del libro Sensaciones de
Adelina Corea
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