Se desliza silenciosamente la mañana.
En la antigua llanura ningún barco
o las manadas fatigadas que de antaño ahí pastorearon.
Miro desde el monte alto ese lejos prometido
Olea a café y a polvo en la rosa exacta de las horas.
Y siempre en mi memoria se abre la vieja cicatriz de lo insondable.
FERNANDO CABRITA -Portugal-
Publicado en Luz Cultural
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