El rostro
nunca refleja
la misma imagen.
Siempre se transforma,
inaugurando otros rasgos:
surcos asimétricos
del pensamiento furtivo.
El rostro es el signo
de cada hombre,
siempre
transmutado.
Del libro Hallazgo tardío de
SERGIO BARTÉS -Argentina-
Publicado en Editorial Alebrijes
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