He descuidado las promesas de mayo,
quiero partir, olvidar el pasado
y morir sin haber vivido...
por ti, he aceptado el martirio,
soy lo que soy y no me has perdonado
por este sentimiento de aspecto impreciso.
Creo que me estoy perdiendo algo
si camino detrás de mis propios pasos,
acumulo lágrimas adversas
en tu indiferencia serena
por un amor que pasó de largo
y aun así... se que no te afecta.
El reloj me sigue insultando...
acelera el temblor de mis manos
y me ahoga en el vapor del olvido,
¡oh Dios!... ¡que injusto castigo!
aunque fuera tan grande el pecado
y aún... no me haya arrepentido.
Dame la calma en la tierra
para poder sepultarme en mi condena...
dame paz... o dame guerra
pero no me abandones aquí solitario
entre los barnices de tu retablo
para ver la luz tras las rejas
sin las sombras de tu silueta...
dame la tranquilidad con tu mano
y olvida esta carne muerta.
Luis Maria Saiz Laso
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