La belleza no te alcanza para que te persigan los besos. Tu boca virgen de sabor masculino quiere y no encuentra quien la pueda perturbar. La piel desordenada por las manos del deseo se debate entre la falta de placeres de la virtud, impuesta por la sociedad y por ti cumplida, y las delicias de no ser virtuosa que los besos y caricias de los que te apetecen te deparan… pero que, quizás por miedo a ti misma, no te atreves a disfrutar. Por eso estás vencida dentro de tu propio cuerpo porque, para que se demoren sobre ella los besos, tienes la boca sin estrenar…
Victor Diaz Goris
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