Sin anunciarse.
Nuevamente, han llegado los perros del miedo.
En sangrientas jaurías
Ya no temo.
Son parte de mis antiguas criptas.
Escamas sobre escamas.
Los conozco, los acepto.
Como los excrementos y las moscas.
Como las pesadillas y los piojos.
Como los mocos y el hedor.
Huésped de burdeles celestiales
Hambre y uvas de amatista
Velo blanco, país inmaculado de la misoginia.
Onan, Don Juan, Edipo, Maquiavelo.
El niño lleva ambos ojos vendados.
Danza de psicotrópicos. Sodoma. Príapo.
¿Como he de temer, entonces?
¿Cómo temer?
¿Las sangrientas jaurías de los miedos?
Amelia Arellano -Argentina-
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 87
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