… Al filo de la soledad estamos los humanos muchas veces en la vida, por diversas circunstancias y azares vitales, pasamos de estados de euforia y alegría, a otros en los que la depresión, el estrés, la ansiedad nos atrapa sin quererlo y nos arrastra a situaciones perjudiciales para nuestra salud corporal y anímica.
A veces nos apetece estar solos profundizando y pensando en nuestra vida, haciendo una introspección en nuestro mundo interior, en ocasiones sorprendentes hasta para nosotros mismos, porque si queremos conocer a los demás, descuidamos primero conocernos a nosotros mismos, con nuestros defectos y virtudes, con nuestras alegrías y penas que vamos surcando en el tortuoso camino vital.
La “soledad siniestra” nos atrapa por sorpresa, cuando en nuestra vida todo va “viento en popa y a toda vela” y la vida transcurre con atonía y sin ninguna novedad que nos haga sobresaltarnos o tener algún disgusto, alguna frustración y nos parece raro esa tranquilidad y a veces deseamos salir de ese marasmo, porque nos da la impresión de que estamos vegetando, sin un proyecto futuro de cualquier tipo, que nos haga salir de esa situación que si dura mucho tiempo puede perjudicar nuestra vida en el día a día.
Desde ésta atalaya de soledad uno se puede convertir en un semi-dios y empezar a ser prepotente y egoísta, despreciando a los que te rodean y aislándose en un territorio peligroso, porque al estar en esa situación necesitas a alguna persona para desahogarte de tus traumas y decepciones vitales, porque ya dijo un filosofo en su día que el hombre es un ser sociable por naturaleza y por sus genes y necesita relacionarse con sus semejantes y si está alguna vez al filo de la soledad, que esa soledad sea buena y regeneradora…
Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-
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Hace 21 horas
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