A mi esposa Juana Margarita, feliz día de los enamorados
Muchos años han pasado, y nunca,
nunca una carta te he escrito;
mis cabellos con el tiempo han blanqueado
y de la vida he sentido su castigo,
las manos hay veces que me tiemblan
y mis ojos se encuentran ya marchitos.
Hay mil razones por las que no escribiera
esa carta que nunca, tú jamás recibiste;
motivos no existieron para que la escribiera,
ya que siempre a mi lado estuviste.
Debí escribirte las veces que tu corazón hiriera,
debí escribirte pidiéndote perdón mil veces,
pero la carta no tuve valor para hacerla,
pues siempre tuve miedo de volverte a lastimar.
Muchos años han pasado:
mis pasos no son los que un día fueran,
los surcos de la vida se notan en mis manos,
se notan en mi rostro...
y soy, de aquel hombre de quien te enamoraras,
solo una leve sombra que el tiempo ha dejado.
Y hoy que la senda se ha estrechado,
te voy a escribir la carta
que hace bastante años debía haber mandado.
Voy a tratar de hacerla sin tomar mucho tiempo,
porque el tiempo lo tengo en ti siempre ocupado.
No sé como empezar la carta que te escribo.
Comienzo por decirte que son cuarenta y cuatro años
los que llevo contigo,
que estoy bien de salud, que nada me atormenta;
y tú, ¿cómo te encuentras? Sé que muy bien no andas,
que te ocupas de todo y en tu salud no piensas.
Mi carta llegará a tus manos repleta de esperanza,
cuando leas lo que un viejo por ti aún en su pecho guarda...
Perdón no he de pedirte, pues ya me perdonaste;
aquel corazón que yo hiriera y por amor todo lo olvidaste.
Yo en mi carta arrepentido me siento
de todo el cruento daño que algún día te hiciera,
pero piensa que no hubo tan solo ni un momento
en que no te quisiera.
En esta carta que te escribo
no quiero hablar del pasado ausente
quiero hablarte del presente
que tú y yo no hemos vivido.
Las faltas que un día cometiera,
échalas, por favor en el olvido
y pensemos en el futuro que nos espera
para andar el resto del camino.
Hay cosas que suceden en la vida
que sin pensarlo forman el cimiento
que fortalece las almas que se aman
y que se van fundiendo con el tiempo.
Y hay cosas que suceden en la vida
que dejan el gusto amargo del acíbar,
y también hay momentos que reímos
y olvidamos lo que un día sucediera
y todo lo achacamos al destino.
Mi carta no contiene remitente
y tampoco le puse dirección,
mi carta quedará sólo en mi mente
y la llevaré dentro del corazón.
Mi carta a tus manos nunca llegará,
porque no voy a escribir lo que tú sabes ya.
Mi carta es vieja, como los años,
y vieja son mis penas, viejos mis desengaños.
Tú eres esa carta que un día recibiera,
que en mi alma guardé y nunca contestara;
contestarla mostraba que ya no te encontrabas
y te guardé en mi pecho para que te quedaras.
¿Ves, mujer, por qué yo no te escribo?
Es para que tú sepas que siempre te he querido.
Entre lo malo y lo bueno he sido
algo que tú sólo puedes juzgar.
No esperes carta, no va a llegar.
Lo escrito, escrito está
y debemos dejar el pasado atrás.
Busquemos nuestro futuro,
que aún no ha florecido.
Y junto caminemos hasta llegar al final
de lo que falta del camino.
Lorenzo Martin -Estados Unidos-