Cuando la noche me secuestre el canto
pensaré en tus pechos candiles de nácar,
contaré las hojas que lloró el otoño
recordando el sauce que sembré en tu espalda.
Cuando la lluvia me cale el orgullo
y el frío de enero me agriete la calma,
pensaré en tu busto de mártir erguido
extrañando el roce de tu piel sin manchas.
Cuando por las tardes me despeine el viento
y un temor amargo cuelgue en mi garganta,
seré un mortal simple mirando hacia arriba
buscando en las nubes tu pelo de ámbar.
Cuando las sombras se tornen densas
y el olvido escoja las frutas amargas,
seré un andariego que parte a tu encuentro
con los pies cansandos y la vista al alba.
Cuando la nostalgia abarque este cuerpo
y un dolor agudo surque mis entrañas
seré un pobre tonto queriendo que vuelvas
porque la tristeza, de a poco, me mata.
FÉLIX RUIZ GONZÁLEZ -Cuba-
viernes, 27 de abril de 2012
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