Las veinte y treinta.
Partimos de Colonia
en aquel barco.
El sol sobre el poniente
se derritió en el agua.
En este instante
sellamos un acuerdo:
amarnos siempre.
Su cuerpo estremecido
se derritió en mis brazos.
Sublime el éxtasis
que disipó la niebla
tras el encuentro.
El duende de la noche
se derritió en tu encanto.
CARLOS ALBERTO IZA -Argentina-
viernes, 27 de abril de 2012
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