Como el águila navego en el cielo,
y mis ojos beben el mundo que arde
a lo lejos, besado por la tarde
y engalanado de profundo anhelo.
Desnudo el universo en mi ágil vuelo,
y dejando las plumas del cobarde
y el ciego parloteo del alarde,
pruebo el amor, la soledad y el hielo.
La vida viste de llanto y sonrisa,
y somos horas que en breve se fugan;
por eso con mi lápiz armo liza,
y antes de que los minutos concluyan,
hago castillos de aire que barniza
sus recuerdos para que siempre fluyan.
ABELARDO LEAL HERMÁNDEZ -Colombia-
sábado, 28 de abril de 2012
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