He visto reír a los niños
y llorar a un novillero,
que se han mirado en los ojos
de un enanito torero.
Igual que ante un regalo
envuelto y pegado con celo,
han brillado como estrellas
unos puntos luminosos
en el iris de unos y otros,
entre infantil ignorancia,
donde la inocencia cubre
la resignada tristeza
de las mentes, por sus cuerpos.
Ante un temor contenido
se cuela una mano entre las mías,
tapa su cara, .. pero mira…
al valeroso muchacho que
ahora sale y hace su lidia..
¡Ojo, todo vale, mientras ría
el respetable!
Que no es mayor la estatura
ni en valor ni en el arte.
Mayte Andrade -Benicarló/ Castellón-
De mi libro “Querencias Taurinas” ed. 2001
lunes, 30 de abril de 2012
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