El siquiatra me interroga hasta que confieso,
Juega con mi conciencia, remodela la cruel atadura.
El dolor más atroz, sin misericordia.
Experiencia sensorial que despierta mi alma.
Las venas se me han enfriado.
Creciente vacío, se convierte en parte del juego.
Las hojas del otoño, el presente insomne.
Por el espejo empañado se pasea la aparente docilidad,
El escenario de mi mente en blanco
Desheredado, cerrado bajo siete llaves.
La mirada encendida viene herida.
Me da miedo encontrarme con el pasado.
La complicidad siembra su semilla
Que anuda ni cintura con sus manos.
Los granados en flor me obligan a sobrevivir.
La nieve me abraza
Todas las noches y los días de mi vida.
Me rompo…
PILAR REDONDO -Córdoba-
viernes, 27 de abril de 2012
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