La capa del toro negro, en el suelo
con el capote de la pared hablaba.
¡Demostrad quien fue más bravo
en la vida y en la plaza!
Como un Don Luis y un Don Juan,
cada uno por su banda,
me tomaron de escribiente.
¡Leer lo que aquí se narra!
-.Pues veréis; aunque ahora esté colgada,
tapé a los ojos del intruso
al caballero de la espada.
Nunca reconoció el contrincante
su hora de morir en la plaza,
como guerrero del oriente volaba
al impulso del brazo que me mandaba.
Me arrastraba de ser preciso y desgarraba
por defender a mi amo en la batalla.
Iba delante, despejando el camino,
lo cubría si él peligraba.. y yo,
recibía los golpes resignada
por ofrecerle a él una medalla.
De su mano aprendí la maestría,
domamos juntos muchas fieras,
¡eso, ya lo sabéis!
No puedo morir, mas sé que lo haría,
por él y tan sólo por él.. ya que..
anduvimos muchas veces de capa caída,
pero.. bajo esta mala capa
se ocultaba un ganador,
supo dejarme a tiempo al toro,
y.. eme aquí, en el salón de mi señor.
La sangre de cuantos combatimos,
llevo impregnada en mis vuelos,
los rotos de sus armas, bien zurcidos,
demuestran, que fueron muchos los duelos.
Recorrimos año tras año
los rincones de la torería,
no hubo enemigo sin tamaño,
ni lucha que no hiciera mía.
Escrito en mis forros llevo
su nombre y una fecha
para quien quiera leerlos,
o dude de nuestra grandeza.
-.Pues.. yo, tendida aquí en el suelo
como alfombra o como capa,
fui el terror de los toreros
y.. de los campos gran señor,
por mi fuerza y por mi casta.
Al igual que vos luche,
mas.. siempre en propio beneficio,
que nunca a esclavo llegué,
ni de estirpe, ni señorito.
No conocí enemigo, ni arma
que ante mí, no temblase,
jamás retrocedí ante la espada,
ni miedo tuve a que me matasen.
Llegué a rey de mi manada
donde todos me obedecían,
como vos, hice mía cada empresa
y me indultaron la vida.
Nací libre, noble y bravo,
Seleccionado o con pedigrí
a fuego un número me marcaron
que luzco sobre mi costado
con orgullo ¡helo, ahí!
Fue valiente el enemigo,
Pues yo, no perdonaba afrenta,
Muchos eran, mas no pudieron conmigo
y.. devuelto a la dehesa….
también para mí pasaron
uno tras otro los años,
si me desgarré en los duelos,
de mis heridas fui curado.
Como vos, mi nombre quedo inscrito
en los anales de la torería.
¡El mío, que no el de otro!
Y.. de mi sangre ha salido
lo mejor de muchas ganaderías.
Hoy, soy la capa del toro, o la alfombra
en el salón de un hombre rico,
pero.. sólo en la memoria
de lo que por mí mismo he sido.
Aquí juzgaréis lectores,
qué capa tuvo más brío.
Yo sólo doy fe, como escribiente
de lo que ellas han dicho.
Del libro “Querencias Taurinas” de
Mayte Andrade -Benicarló/Castellón-