La soledad
paso incierto
mientras la noche en las manos
se deshace. La oscuridad
su desierto
vierte de intereses vano
al corazón. Como un sabor dulzón
de canciones de verano
hay en los labios resecos
que se abren. La noche
arrastra sus flecos
entre las prisas que invaden
las dentelladas rojizas
de un tráfico irresponsable.
JOSÉ LUIS MARISCAL -Horcajo de Santiago (Cuenca)-
lunes, 30 de abril de 2012
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