El maestro de las marionetas
Un día con claridad brillante, tocó un Espejo a mi puerta, abrí, brindándole el paso. Platicamos hasta entrada la noche,
Cuando llega mi Yo de sus tareas.
Los tres nos enfrascamos en una "amena" charla.
Hablamos y reíamos con singular alegría, yo me paraba frente a él, era de mi exacta estatura y volumen,
en tanto, Yo prefería estar detrás de ese Espejo imprudente.
De pronto, en un momento mágico, a Yo, se le iluminó el rostro, y empezó a hablar:
¡Este soy Yo!
Soy el Ser tóxico de los canales escondidos,
me encuentro en las familias,
entre amigos y parientes,
con compañeros de trabajo,
en todos los niveles y esferas,
de este universo caótico.
Yo, no tengo empatía para con nadie,
pretendo hacer creer que soy mejor
y que todos andan mal.
Manipulo con máxima facilidad,
con la frase "Todo lo hago por ti"
y por tanto, descalifico todo lo que tu haces.
Yo, no me someto a la autocrítica,
¿para qué?, ¡si yo soy Yo!
Yo, soy audaz para crear lazos
y poder dominarte,
me ayuda más si eres de mi familia,
pero, también puedo controlar a mis amigos.
Yo, trato de buscar tantos defectos como pueda
y argumento -si te das cuenta- que me estás fallando.
Yo, informo a la gente que me rodea
sobre tu actitud
para que huyan de ti.
Sé contaminar sabiamente el entorno,
y con mi mala vibra abarco casi todo,
tengo demasiado veneno
para aventar para arriba.
Yo, soy un maestro de la manipulación;
"El maestro de las marionetas",
pues aprovecho el poder que tengo,
para que no te libres de mí,
y si lo intentas;
Me tiro al suelo y pataleo,
o en todo caso, me hago el enfermo.
Yo, soy muy poderoso,
y si te libras de mí,
busco como destruirte.
Sé crear una enorme fricción,
hablo mal de ti con todo el mundo,
para justificar este odio
que corroe mis entrañas.
Yo, muestro ser empático
y logro confundirte con la diferenciación,
Yo, puedo tacharte de tóxico,
pero Yo, le tengo miedo al espejo.
Yo, calló unos segundos,
cuando Tiempo se detuvo,
dejando caer a cuentagotas su esencia perseguida.
Espejo y yo ocultamos a Día
mientras Yo, lloraba como chiquillo,
en el último de los rincones,
donde confluyen las paredes.
Del libro" El mundo de las marionetas" de
Ibsen de León
Compartido por Roberto Reynaga Estrada