En la noche para derrotar
a la oscuridad se encienden
miles y miles de bombillas
que se ven a gran distancia.
No hay oscuridad inquietante
sino luces liberadoras
que crean sombras acompañantes.
Toda ciudad brilla como un bello
lucero que irradia su luz
al cielo acariciando a la luna
y a las diminutas estrellas.
Las luces rompen el silencio
de las calles que desde sus farolas
dialogan con los caminantes.
JOSÉ LUIS RUBIO
jueves, 26 de abril de 2012
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