No pensaste en el momento del placer,¿ porque ahora te arrepientes y no lo dejas nacer?, tal vez crees liberarte si de el te deshaces.
Mentiras, siempre serás la madre de un hijo muerto.
No cualquier hijo, si no aquel hijo que tú asesinaste con la ignorancia de la estupidez plasmada en tu cuerpo de bastardo andar, trasegado por la vanidad putrefacta de la mezquindad de amor propio que llevas contigo.
Sin entender a dónde ir, porque en tu cerebro no tienes materia encefálica, no mas que el maquillaje vicioso de la lujuria, y regocijante tu vagina absorbe penes que van y vienen sin pensar en ningún momento en lo inesperado de un embarazo no deseado.
Y cuál pagano es ese nuevo ser formado en tus entrañas, mala o quizás demencialmente malvada, desalmada, ansiosa de recibir placer sin pensar ni medir lo que puede suceder.
Reprochó tu mísero actuar, cuál insignificantes llegan hacer tus pasos al no ver nacer y crecer al hijo que fecundaste en un lujurioso momento de placer.
No justifiques tu crueldad con una vagina ebria de sexo y un cuerpo excitado por el licor, tal vez la razón no es esa, simplemente eres la madre de un hijo muerto, asesinado por tu propio consentimiento.
El cual no tuvo tiempo de defenderse contra los instrumentos quirúrgicos que lo extraían de lo más adentro de tu ser.
O del torrente de un componente químico que envenena su oxigeno y lo obliga a dejar de respirar y buscar una salida por ese orificio en donde penetró aquel pene que lo ayudo a formar, sin pensar a dónde irá a parar cuando por la tasa de un inodoro salga expulsado.
¡No más!
Dale placer a tu vagina, pero también dale una oportunidad a esa nueva vida, que confirmaste, se formó en tu ser después de tanto placer y no seas otra mujer más que se convirtió en mamá del hijo que ella misma ayudo asesinar.
Recuerda, que si abortas , siempre serás la madre de un hijo muerto.
SAUL ESTEBAN
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