Techumbre soñadora para la eternidad,
despliegas tus alas pianísimo
fértil lugar, injerto del alma del poeta,
paradisiaca atalaya acariciada por espumas
donde la acomodación de la noche se insinúa
en los balcones irradiantes del universo
antesala del crepúsculo de tu llegada,
susurra un embarazo su desenlace
sonido de un silencio
en amaneceres azabache de armonía,
abatido el amarillento invierno
arrecian las ondas azules
gozan con la aparición de tu esbeltez,
paz en mi jardín, visual cuadro inconexo,
envolvente te ciñes a mí
esencia inmensa derramada en un suspiro
deleite incoloro del aliento de un corazón
que brilla a raudales izado por tu sonrisa,
hojarasca que bordea tu virgen mirada,
ese suelo es el consuelo
donde gloriosos flotan tus deseos,
mañanas desafortunadas de gracia
junto a la terneza de las ninfas
que con grave pena te dejan a mi costado,
nadie volverá de nuestro reino de nuevo al cielo,
el tiempo de nuestros besos
es ahora ya de nidos y mieles.
Manuel Vílchez García de Garss
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