Sin una palabra, diezmado,
acato la bebida carmesí del ocaso
como un final irrefutable
que me ladea el sombrero.
Festejo con cerveza la Luna
como desconfío del sobrio Sol,
antes y durante los años,
esa algarabía demediada y floja
que ruge cuando yo dormito.
Ciertamente ausente, yerto,
sin una palabra, diezmado,
ofreceré a mis sufridos legatarios
este estruendo de cuervos,
bienhallados pájaros de mal agüero,
así que nocturnidad me auspicie,
a su pesar de linde alba.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
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